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Las banderas navales tienen un significado internacional de gran ayuda. Su uso está muy extendido y, a menudo, constituyen el único modo de comunicación entre barcos. Las senales transmiten, de modo separado, todo un abanico de sentidos e informaciones a veces bastante concretas, pero también pueden combinarse para formar palabras y frases.
Islas Cíes
Catorce quilómetros mar adentro en frente de Vigo, se encuentra este paraje peculiar dentro de las más hermosas tierras gallegas. Parque Natural con unas 20.000 parejas de aves, estas islas guardan una fauna y una población marina de incalculable riqueza cultural y ecológica. El archipiélago, con una temperatura media anual de 15o, resguarda un bosque de algas pardas y conserva las aguas cristalinas de sus playas. La más extensa y escarpada de las islas, la del Norte, también llamada el Monte Agudo, cuenta con el Alto das Cíes; desde la cima de esta colina de 197 metros se observa toda la Ría de Vigo. Unida a esta isla por un extenso arenal (playa de Rodas), sigue la del Faro, denomida del Medio. Al arenal se le anadió, en el siglo XIX, un dique que ha dado lugar a una laguna donde suelen pasar la noche los visitantes. Por último, la isla del Sur o San Martino se considera como la más inaccesible (por ella no pasa el vapor turístico de pasaje), ya que dista de las otras por un brazo de mar de quinientos metros. Aparte, las Cíes se rodean de otros pequenos islotes.
Con un total de 434 hectáreas de superficie, su belleza natural sirve de cobijo para aves como el colimbo ártico, la pardela pichoneta, el alcatraz, la gaviota argéntea, el cormorán monudo o la gaviota patiamarilla, además del arao común, una especie muy escasa en la península ibérica. Estos animales encuentran abrigo en los acantilados repletos de cavernas marinas, algunas de las cuales ocupan más de treinta metros roca adentro y quince de altura. Bajo el cielo y las aguas se halla un fondo rico en gorgonias y algas calcareas, lo que convierte este archipiélago en un destino ideal para prácticas submarinistas. Aparte de las Rodas, destacan playas como la de Margaritas, Vinos y la de San Martino. Otra mención se merecen la Campana (una majestuosa roca erosionada) y los Concheiros, cementerio natural que coge nombre de las conchas y osamentas.
Aunque el Parque se encuentra deshabitado, pueden visitarse restos de antiguos poblamientos, como el "Castro de As Hortas" en la isla Norte, vestigios de una aldea celta donde se descubrieron piezas que pueden contemplarse en el Museo de Pontevedra y en el Pazo de Castrelos de Vigo. También en la isla del Faro se conserva parte de un monasterio fundado en el Reino Galaico-Suevo, y que padeció sucesivos saqueos por parte de vikingos y, más tarde, de piratas ingleses, entre ellos el famoso Francis Drake, hombre conocido en las Rías Bajas. Sobre el suelo de las Cíes, aparte, se levanta un altar de druidas celtas y se excava un primitivo cementerio.
Hay quienes afirman que el archipiélago recibió de Heródoto el nombre de Casitérides, o que Ptolomeo se refiere a ellas como Islas de los Dioses. Plinio, el autor latino, las llamaba Siccas y por un tiempo se las llegó a denominar las Bayonas, debido a su proximidad con esta localidad pontevedresa. Se han encontrado restos de cerámica castrena y romana, pues, en el ano 58 antes de Cristo, Cayo Julio César el Dictador desembarcó para luchar contra los herminios, pobladores de la Sierra da Estela (Portugal), donde se refugiaban ante el poder romano. Tras diversas peripecias del estilo, las islas quedaron deshabitadas, aunque en el siglo XIX se construyó un cuartel de carabineros y dos fábricas de salazones, con la intención de dar hogar a unas treinta familias, empresa que hubo de abandonarse. La condición de islas desiertas les depara, no sólo encanto y romanticismo naturales, sino también leyendas de tesoros escondidos, aparte de las meigas que pueda haber.
Con una capacidad máxima para dos mil personas en las temporadas de mayor ocupación, en estas islas se disfruta del oleaje atlántico, el mismo que provoca los paisajes escarpados de la cara oriental, y los arenales de la cara occidental. Una de las vistas y recorridos imprescindibles la constituye el faro que da nombre a la isla del Medio, 187 metros de altitud sobre los acantilados. Como en el resto de las Rías, resulta obligada la degustación del pulpo "á feira", típico de los fogones gallegos, acompanado con un buen vino Albarino. Se puede optar entre comer en el restaurante de las islas o meterse en faena para pescar (no en el Lago) buey, nécora, percebes o pulpo.